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Historia de un Barbero

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Capítulo I - Historia de un Barbero


Capítulo I

El Reverendo Andrés Constantino Sidorov Asch soltó una pequeña carcajada, al mismo tiempo que le daba una palmada en la espalda al confundido joven.

"No, por supuesto que no es ilegal", le aclaraba el reverendo. "De todos modos, recuerda que a nosotros nadie nos puede tocar, y nuestro poder crece más cada día. Pronto estaremos encima del Estado mismo, y no tendremos que preocuparnos por lo que es legal o no." El muchacho de 25 años sonrió tímidamente, tratando de no cometer errores en su primer día de trabajo. Todavía no estaba muy seguro qué labores habría de realizar en tan importante institución, pero por el momento solo se concentraba en seguir los largos pasos del señor y presidente don Andrés Salazar.

"Creo que empiezo a comprender, don Andrés", dijo el joven después de un rato.

"Llámame don Racsa", le corrigió el alto hombre que tenía enfrente. "Así me han llamado desde hace mucho tiempo, ya sabes, por las iniciales de mi nombre." El muchacho mentalmente formó la palabra con las iniciales de su nuevo jefe. Reverendo Andrés Constantino Sidorov Asch. "Y antes que digas nada, ya sé que es una gran coincidencia que ese sea mi sobrenombre, y que a la vez yo sea el líder de esta organización, pero podrás pensar en eso más tarde." El tono sonó casi como un regaño para el sumiso empleado.

"Como te venía diciendo, aquí en Racsa tenemos control total de los servicios de telecomunicaciones. Destruimos a quien sea que se nos oponga, y eliminamos cualquier insinuación de competencia. Los clientes problemáticos son retirados de nuestro servicio y nunca más volverán ni siquiera a usar un celular en este país. Debes sentirte halagado en formar parte de nosotros."

"Por supuesto!", respondió entusiasmado el joven, sin saber la forma en que estaba siendo manipulado. "Tenga por seguro que daré mi mejor esfuerzo!" La sonrisa amplia del ingenuo muchacho se desvaneció en un instante, al darse cuenta que su patrono le apuntaba con un arma a la cabeza.

"Esta es una Makarov 9mm semiautomática, de fabricación Rusa. De hoy en adelante ésta es tuya y deberás portarla en todo momento." A pesar de su afinidad por las pistolas, el joven dudó en la necesidad de portar armas de fuego para el trabajo tan básico para el que había solicitado. Sin embargo, después de aceptar la fina pistola, le preguntó al reverendo de amplio bigote: "Don Racsa, mi trabajo sigue siendo el mismo para el que yo apliqué?"

"Por supuesto, hijo" aclaró don Andrés, "el arma es solo para protegernos de los enemigos. Ahora, pon atención. Este será el lugar donde trabajes." El dedo largo del reverendo apuntaba firme a la oficina número 52. Don Racsa giró casi sin esfuerzo la manilla de la pesada puerta de madera, y dijo casi en un susurro "ahora le perteneces a Racsa. Ven y te enseño tu nuevo trabajo", y ambos entraron a la oscura oficina número 52.

2 Comments


Recommended Comments

b52¦Morales

Posted

que nos esperará dentro de la oficina 52???

acaso algun personaje tendra las uñas de los pies singularmente largas???

nice (y)

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